viernes, 15 de mayo de 2015

Boca-River, del fútbol a la guerra química

Todo el mundo sabía que iba a pasar algo. El tercer Boca River en dos semanas, el partido de vuelta de los octavos de la Copa Libertadores, el definitivo, no podía ser un partido normal. Pero nadie imaginó que llegaría tan lejos.
El partido del año en Argentina se suspendió porque un tipo encapuchado logró introducir gas lacrimógeno en la manga que en teoría debía proteger la salida de River a uno de los campos más peligrosos del mundo.
Durante más de una hora se intentó de todo para volver a jugar, pero varios futbolistas de River seguían con los ojos rojos y muy afectados. El partido se suspendió pero buena parte de la hinchada de Boca no quería irse del campo de ninguna manera. Se quedaban para abuchear a River, para tirarle de todo. Después de una hora, al policía intentó sacar a River. Imposible.
El árbitro argentino Darío Herrera anunció la suspensión del encuentro pero no añadió detalles sobre la suerte del encuentro que decidirá un clasificado para la fase de cuartos de final contra el Cruzeiro brasileño.
River salió del partido entre una lluvia de botellas. Boca salió entre aplausos y los jugadores, a su vez, aplaudían a la grada.
Boca River

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